Promocionar el comercio local es uno de los objetivos principales de cualquier corporación municipal o ayuntamiento. A partir del confinamiento producido durante la pandemia, muchas de estas entidades pusieron la vista en los marketplaces como medio de potenciar las ventas de sus comerciantes.
Sin embargo, muchos de estos proyectos, con el tiempo, se han visto abocados al fracaso y aún hoy, con las elecciones a la vista, muchos siguen apostando por este modelo aún a sabiendas de que es poco viable.
En este artículo vamos a conocer algunas de las razones de estos fracasos.
Desconocimiento de cómo funciona un marketplace
Este es, sin duda, el principal de los errores que lleva a estas entidades a desarrollar proyectos que tienen poca viabilidad.
La mayoría de los marketplaces promovidos por entidades locales se basan en una agrupación de tiendas online reunidas en un portal pero que actúan cada una de ellas de forma independiente y sólo se benefician de las actividades promocionales que la entidad promotora organiza.
En muchas ocasiones, estas actividades se limitan a su difusión en los medios locales o regionales, casi más para «hacerse la foto» que para lograr un tráfico efectivo.
Carencia de un modelo de gestión
La mayoría de los concursos públicos que se convocan para el desarrollo de estos marketplaces se basan exclusivamente en la construcción de la plataforma y, en el mejor de los casos, a la promoción de la misma.
Ninguno de estos concursos va más allá de esto, sin tener en cuenta que, tras la puesta en marcha del marketplace, llega lo importante: la explotación del mismo.
Así, nos encontramos que muchos de estos marketplaces, construidos con fondos públicos, quedan abandonados porque no hay presupuesto para gestionarlos y, con el tiempo, desaparecen.
En algunas ocasiones, la gestión se delega en algún tipo de organización, como puede ser una asociación de comerciantes o similar, pero que también carece de ese modelo de gestión tan necesario para contribuir al éxito del marketplace y que se encuentra sin recursos para explotarlo, como veremos a continuación.
La financiación de la explotación del marketplace
La explotación de un marketplace consume recursos, muchos. Desde los servidores que lo alojan, pasando por las actualizaciones del software en el que se basa la plataforma, e incluyendo aspectos fundamentales como la atención al cliente o la promoción, supone contar con unos costes de infraestructura y de personal que no están contemplados en el modelo de gestión.
Un marketplace no puede existir si no se remunera al promotor, que es el que tendrá que hacer frente a estos costes de explotación. En este caso, el promotor podrá elegir en obtener o no un beneficio por la explotación del marketplace. A lo que no podrá renunciar es a obtener los recursos necesarios para mantener el marketplace vivo.
Los flujos de cobros y pagos en el marketplace
Como ya hemos comentado, la mayoría de estos proyectos son simplemente una agrupación de tiendas online bajo un mismo dominio, en la que cada una de las tiendas hace la guerra por su cuenta, beneficiándose bien poco de la potencia que puede ofrecer un marketplace bien gestionado.
Uno de los aspectos más relevantes de esto es que cada comercio ha de disponer de sus propios recursos para prestar sus servicios, sin poder utilizar las sinergias de los marketplaces reales.
No tiene sentido que cada comercio tenga sus propias pasarelas de pago, como si de una tienda online independiente se tratara. En un marketplace los pagos de los pedidos están centralizados en el propio marketplace, que se encargará de cobrar a los clientes y de pagar a los comercios. Este modelo permite al marketplace cobrar una cierta cantidad por su gestión, ayudando a financiar los costes de explotación.
Logística descentralizada
Al igual que ocurre con las pasarelas de pago, la logística es otro de los aspectos que suele correr a cargo de cada comercio.
Aunque en marketplaces con productos muy diferentes no es fácil de establecer una logística unificada, el carácter local de este tipo de marketplaces facilita explorar en todo o en parte el diseño y uso de una logística unificada, reduciendo los gastos de envío por cada pedido y facilitando los procesos logísticos que, por lo general, recaen también en el propio comercio.
El chauvinismo de las entidades locales
Sin duda, es muy interesante, a la hora de desarrollar un marketplace, el contar con una empresa cercana. El problema es que el know how de este tipo de desarrollos no está al alcance de cualquiera.
Optar por una empresa local «que hace páginas web» en vez de trabajar con una consultora especializada en diseño de marketplaces es un error habitual en este tipo de proyectos.
Cortoplacismo político
Sí, estamos cerca de las elecciones y, como no podía ser de otra manera, los políticos tratan de encandilar a sus votantes con todo tipo de propuestas. Está claro que el pequeño comercio, el comercio de proximidad, es una de las actividades que más está sufriendo los avatares económicos y la presión de las grandes marcas. Por este motivo, hay que ofrecerles soluciones.
Sin embargo, el cortoplacismo político lleva a que estas soluciones tengan un carácter inmediato y cuya andadura vaya más o menos ligada a lo que dura una legislatura, sin establecer bases de futuro a largo plazo.
Esto lleva a arrancar proyectos de vida muy limitada, que no acaban de consolidarse. Aunque nos parezca que internet va muy rápido, la difusión de cualquier actividad a través de las redes tarda mucho tiempo en consolidarse.
De hecho, en los análisis que realizamos, nos encontramos que los marketplaces tardan más de 10 años en consolidarse, siempre y cuando se hayan iniciado con un modelo de negocio adecuado y sepan evolucionar acordes a las necesidades de sus vendedores y de sus cliente.